A veces como un insulto, a veces ni se toma en cuenta.
Lo cierto es que la sensibilidad es un poder. Un poder con el que vinimos a este plano y que desgraciadamente algunas personas van perdiendo.
La buena noticia es que se puede re aprender.
¿Qué es la sensibilidad?
Es la capacidad de percibir tanto estímulos internos como externos por medio de los sentidos.
Te protege y te permite actuar en consecuencia.
Si percibes un animal peligroso, vas a sentir miedo y esto te va a permitir escapar.
Muchas veces, decimos que alguien está muy sensible por la intensidad de sus emociones o porque percibe cosas que a mí me cuesta percibir (intenciones de los demás por ejemplo).
Regulación del Sistema Nervioso y Sensibilidad
Un sistema nervioso regulado puede lograr estabilizar la intensidad de lo que percibe (poder diferenciar qué es grave y que no).
La sensibilidad se acentúa, estando más atento a las señales (externas o internas).
Tal es así que los usuarios de técnicas de procesamiento de trauma, refieren mayor conexión con ellos mismos y por ende, con su entorno.
Es bien común oírlos decir que disfrutan más de la vida, que la música suena diferente (en canciones que han escuchado toda la vida) o que pueden apreciar la belleza de la naturaleza, siendo que antes, ni siquiera tenían contacto con ella, o muy poco.
Cuando hay trauma sin procesar, se produce (entre otras cosas) desregulación del Sistema Nervioso, como consecuencia, tenemos dificultad de conectar con nosotros mismos y nuestro entorno.
El cuerpo y el mundo se perciben como hostiles. Nos volvemos como los llamados “bichitos bolita”, encerrándonos en nosotros mismos.
Para conectar con los demás necesitamos sensibilidad, para disfrutar, necesitamos sensibilidad, para luchar por causas justas, necesitamos sensibilidad.
La sensibilidad y los procesos de angustia
La angustia debe ser sentida para elaborarla.
Pero cuidado, porque no se trata de sentir angustia todo el día, o con una intensidad que no nos permita funcionar saludablemente. Sino, darte la posibilidad de atravesarla.
Teniendo a mano la posibilidad de salir de ella un momento, buscando algo que sea saludable y te haga bien. En definitiva, para poder atravesarla mejor.
En los primeros momentos en los que estamos trabajando con el cuerpo, nos cuesta darnos cuenta cuando es el momento previo en que la angustia nos “toma por completo” y se nos hace difícil salir de allí.
Conforme va pasando el tiempo y tu sistema va adquiriendo mayor sensibilidad, puedes notar cuando es el momento preciso en el que te vas a empezar a angustiar, o a sentirte mal o a enojarte.
Percibir esta sutileza es una verdadera herramienta, dado que vas a tener el control de regular tus emociones.
Una vez que te des cuenta que esto está sucediendo, vas a buscar la forma de darte lo que necesites para salir de ese estado en el que te sientes que te vas a “hundir”.
Para después, con mayor claridad poder retomar lo que sucedió y ver por qué.
Entonces, cuando alguien te diga que estas muy sensible porque le marcas cosas que no te están haciendo bien (por ejemplo, en una relación), sonríe, es un verdadero poder.