Conforme vas trabajando tu regulación hay una sensación nueva que aparece: el sentir que tienes derecho a estar aquí, en este mundo.
Y todo lo que ello conlleva.
Este merecimiento que vas construyendo a la vez genera que te des lo que necesitas.
Y esto ciertamente, afianza más tu regulación.
Por el contrario, cuando existe la desregulación, se siente exactamente lo contrario.
La vergüenza de ser quien eres
Esta sería la sensación contraria a la descripta anteriormente. Propia de la desregulación.
Sientes que molestas, que te miran con juicio, que eres rar@.
Con un correlato corporal de rigidez, sentir poca firmeza en tus pies.
Sentirte como “una vara verde”, cualquier vientito te derriba.
Y así, te encierras cada vez más.
Porque entre otras cosas, te da vergüenza ser vist@.
Tus necesidades no están en primer lugar, porque ni siquiera conectas con ellas.
Primero está el afuera, los otr@s. Parece que no existieras.
Y esto acentúa más la desregulación.
La regulación y el espacio
Al trabajar la regulación de tu sistema nervioso, tomas contacto con tus sensaciones, emociones y pensamientos afianzando la conexión contigo mism@.
La conexión va permitiendo generar descargas de tensión acumuladas en el cuerpo producto del estrés crónico y el trauma sin procesar.
La sensación sentida con mayor frecuencia es la de mayor espacio.
Mayor espacio en tu cuerpo, que trae mayor flexibilidad, mayor movilidad, etc.
Y todas estas sensaciones se reflejan en tus vínculos con las personas y con tu entorno.
Comienzas a sentirte cómod@ en tu cuerpo lo que hace que disfrutes de tu compañía.
Sientes que ocupas un lugar y que es tu derecho ocuparlo. Sientes el derecho a estar aquí.
Te desenvuelves en los espacios con menos vergüenza.
Derecho a estar aquí y regulación
Ocupas un lugar, tienes tus límites. Hay un espacio que es tuyo y no debe ser invadido si tu no lo permites.
A la vez, habitas límites flexibles, no cerrados.
Tomas en cuenta a los demás, pero te tomas en cuenta a ti.
Puedes moverte en los entornos y en la vida, con mayor naturalidad.
Por volver a conectar contigo.
Y no, el camino no es fácil y puede que necesites acompañamiento en muchas ocasiones.
Que puedo ir haciendo en principio
Primero que nada, debes tener un tiempo y un espacio para ti.
Darte aunque sea cinco minutos al día para sentir tu cuerpo.
Para poder volver a conectar contigo mism@ se necesita que vuelvas a conectar con lo que disfrutabas cuando jugabas.
Conectar con tus sueños.
Las disciplinas que te centran en el aquí y ahora pueden ser una muy buena opción.
Cualquier actividad que te genere calma y no sea dañina.
Esto ya es un gran paso.
Si sientes que no puedes sol@, recuerda que hay muchos abordajes psicoterapéuticos que pueden ayudarte.
Asegúrate, eso sí, que trabajen con el cuerpo (de ser posible).