
En esta primer parte vamos a ver qué creencias pueden estar detrás de la dificultad para aprender a decir no.
¿Cómo podemos identificar la imposibilidad para decir no?
“No tengo vida”.
“Que la casa, el trabajo, los hijos, los nietos, y hasta la vecina… estoy cansada, no puedo más”.
“El otro día necesité que alguien fuera a hacerme un mandado y nadie podía… que el gimnasio, que la reunión, que no tengo tiempo… ¿para qué tanto?”
“Yo siempre en todo y nadie para mí”.
“Lo hago porque quiero, pero no es justo que cuando yo precise, no haya nadie”.
“No es justo que todos estén primero para sí mismos”.
¿Te sientes identificado con la necesidad de aprender a decir no?
No te preocupes, tiene solución.
Es una forma de ser que aprendiste, pero es muy posible cambiar.
Probablemente también seas así:
Eres una persona que siempre está dispuesta y sacrificada, pero muchas veces te olvidas de ti.
Reconoces los deseos, alegrías y tristezas de los demás. Y de ti poco conoces, pero te adaptas a ello.
Desvalorizas tus propios deseos (muchas veces porque ni siquiera los conoces) y te quejas.
Sientes que al pasar raya nada vuelve. No existe un reconocimiento ni recompensa, sino más exigencia y demanda de los demás.
Ni siquiera buscas un beneficio detrás de tu accionar. Más bien es algo que “te nace”, “que te hace bien”.
¿Que cosas o ideas pueden mantener vivo el hábito de no poder decir no?
- Necesidad de tener que sacrificarte para que te quieran.
- Idea de que debes ganarte el derecho a estar aquí en este mundo.
- Creencia de la existencia de una recompensa aquí o en el más allá.
- Temor a comenzar a ocuparte de los cambios necesarios para tu vida.
Es importante tener presente que los signos de la postergación se imprimen en tu cuerpo y atentan contra tu salud. Es natural que en algún momento el malestar aparezca, dado que no es humano decir siempre si.
Esto no quiere decir que no debas ser solidario sino por el contrario, que la solidaridad empiece por ti y esto es algo que quizás también tengas que integrar, que aprender.
No debes ganarte ningún derecho, ya los tienes por el solo hecho de ser persona.
En la segunda parte de este artículo veremos algunos tips que pueden ayudarte en este camino.