Seguramente has presenciado en algún momento. La admiración negativa sobre alguna persona.
Frases como:
“Que suerte tiene aquella”, “Que bien van tus cositas.” “Otra vez te vas de viaje”.
Comentarios aparentemente triviales, pero que llevan una carga de energía “pesadita” digamos.
Es una cuestión de inversión.
Invertir la energía
La energía que manejamos es finita.
Por lo que, si dedicas parte de tu energía a cuestiones que no te hacen crecer, que no aportan ni a ti, ni a los demás, allí hay una pérdida.
Claro que esto que llamamos popularmente envidia es un sentimiento humano, nada malo hay en sentir algo puntual. Puntual.
El tema es quedarse a vivir con un sentimiento. Porque las emociones deben ser puntuales. Acotadas en el tiempo.
Deben generar un impulso, una movida un cambio de posición, de lugar.
Y si te ayuda a moverte, bienvenida.
De lo contrario, no es saludable.
Hablemos de inversión
Pasar de espectador a protagonista.
Muchas veces no se ve todo lo que hay detrás de una imagen, de un logro.
Años de terapia, horas de trabajo, frustraciones, caídas, cosas que nadie te cuenta.
Lo que ves es lo que se presenta, y no lo que está detrás.
Que esas ganas de tener esto o aquello, te muevan y no te estanquen en el odio.
Un odio que no solamente te hace mal a ti, porque no avanzas.
Y porque convierte a alguien que podría ser tu aliado, en enemigo.
Además, la otra persona no es responsable de tus logros.
Por tu salud, no te quedes pegado en el camino de la otra persona.
Invierte esa energía en lograr, no en odiar, en hacer comentarios desagradables o incentivar al odio.
Mala inversión
Una de las consecuencias más nefastas de la cronicidad de esta emoción, es la necesidad de destruir a la otra persona.
Y no hablo de magia. Sino destruirla literalmente.
Con habladurías, con comentarios nefastos, con actitudes.
Uno de los factores más visibles en las dinámicas de persecución escolar, laboral y familiar.
Claro que este fenómeno es más complejo que la cronicidad de la admiración negativa.
Pero es uno de los factores que puede llegar a incidir.
Con consecuencias dolorosas para los grupos, las personas, las comunidades.
Hacerte responsable
Si te está pasando esto, debes trabajar en mejorarte a ti misma.
Porque estas responsabilizando a los demás de tu propio camino.
Y además estás sufriendo innecesariamente.
Y esto puede ser consecuencia de la no conexión contigo misma.
De no saber lo que quieres, lo que te gusta, lo que te hace bien.
Vuelve a ti misma. Deja de mirar afuera y mira adentro.
Invierte en atravesar tus luces y tus sombras.
Date lo que necesitas y no te quedes deseando lo que piensas que necesitas.