En nuestro mundo actual pareciera que lo que no tiene una solución rápida, no es bueno.
Desde la casa, la educación y el trabajo socialmente se estimula lo rápido como positivo. Lo que no es ya, no existe.
Y esta lógica nos atraviesa a todos, porque no somos seres aislados, otros también nos apuran y a la vez nosotros apuramos.
La falsa ilusión de control
Creemos que tenemos el control de todo. Eso nos genera tranquilidad, pero si rascamos un poquito, no todo está bajo nuestro control y a veces es bueno que así sea.
Puntualmente en la salud y yendo a lo psicológico se ha instalado la lógica de lo médico: «en una consulta me recetan determinado tratamiento y rápidamente se van los síntomas». La lógica de lo técnico: «cambio esta perilla y está reparado».
Déjame decirte que la psiquis no funciona así.
“Te pago el sueldo así que quiero una solución rápida”
Decía una señora muy ofuscada porque su demanda no había sido resuelta en un comercio.
Querer implantar la cultura «tortuga» en un contexto «liebre» es bastante difícil. Te pueden tildar de raro, loco. Pero algo está pasando que cada vez nos enfermamos más y somos menos felices.
En la consulta se ve muy seguido el deseo de generar un cambio profundo y rápido. Los cambios profundos llevan tiempo y se van haciendo firmes con pequeños pasos.
Si llevamos años viviendo de una misma manera es muy difícil cambiarlo de un día para otro.
En otro artículo hablé sobre el correlato cerebral de nuestros hábitos. Años viviendo de la misma manera y el cerebro lo sabe. Eso no quiere decir que no se pueda cambiar, no.
La toma de conciencia de la importancia de generar un cambio lleva su tiempo, el ponerlo en marcha también. Se cruzan muchos factores, recordemos que somos seres complejos.
A nadie se le ocurriría transformarse en un músico profesional en tres meses, tampoco hablar un nuevo idioma en el mismo tiempo.
El ser humano puede tener la necesidad de cambiar pero es habitual que habiten en él dos «fuerzas» contrapuestas que instalan el conflicto. Una, sabe concientemente que debe cambiar para no enfermar, para ser feliz y otra es su «zona de confort» que le plantea entre otras cosas “más vale bueno conocido”. El «bueno conocido» muchas veces no tiene nada de bueno pero el quedarte en el mismo lugar te genera seguridad, a sabiendas de observar que no estas creciendo.
El tomar conciencia de ello y no solo escucharlo lleva su proceso y en lo terapéutico no hay atajos.
Puedes ir generando cambios paulatinos, pero sin dejar de trabajar lo que está detrás de esos “hábitos dañinos”. Es necesario pensarte en este sentido para que los cambios no sean superficiales y se sostengan en el tiempo.
Está presente el mito de que si conseguimos más cosas en menos tiempo seremos más felices y en esa carrera nos olvidamos de vivir el camino. Sea cual sea: la vida, la carrera, una relación. El aquí ahora se esfuma, viviendo en el futuro.