¿Te has encontrado en algún momento con la necesidad de tener una pareja para evitar la soledad?
Podrías decirme: para estar acompañada con alguien con el que te encuentres atraída sexualmente, pero que a la vez sea compañero, y con el que puedas tener un proyecto en común.
Pues bien, esa podría ser la idea de tener una pareja. Una elección bastante saludable.
Pero no todas las parejas se conforman de esa forma. Y muchas veces somos las mujeres las más afectadas en este sentido. No digo que en los hombres no ocurra, pero sí que las mujeres somos bastante más vulnerables por nuestra educación, el peso social y el rol que se desprende de ello.
Hoy vamos a hablar de las relaciones que las mujeres establecemos por necesidad y no por elección.
El inicio de una relación
Cuando buscamos una pareja para evitar la soledad, pareciera que la soledad fuera intolerable. El dolor que provoca es anestesiado por la presencia de un otro. Poco importa si me encanta o no. Tener a alguien al lado y recibir algunas atenciones me hace sentir completa.
Entre líneas se puede leer que existe mucho dolor y no quiero enfrentarlo, porque no lo tolero, porque siento que no puedo estar sola, porque el reloj biológico me apura u otras razones que terminan justificando la imposibilidad de estar sola.
Si te has sentido identificada con esta descripción, es importante que tengas presente que muchas veces es desde la soledad con nosotros mismos que podemos solucionar ciertos dolores.
Siempre eres tú la que tiene el poder de curar tus heridas, y la felicidad viene de tu interior cuando aprendes a quererte y a ponerte en primer lugar.
Además tu ya eres completa.
El hecho de empezar una relación para evitar la soledad te pone claramente en desventaja. ¿Por qué?
Si lo piensas unos segundos, lo primero que importaría sería anestesiar el dolor estando con otr@. Ese sería el objetivo, por lo que, no importa como sea, si me gusta o no, si me trata bien o mal.
Muchas veces por mecanismos que están detrás de estas elecciones vemos que el tipo de pareja elegida se describiría como “egocéntrica” o “indiferente”. Todo lo contrario a lo que en realidad sería saludable para tí, generando más dolor aún.
Frases como: “Me encantó su mirada indiferente, me parecía sexy”, “Sentí la necesidad de protegerlo” o “Es como si te conociera de toda la vida” son muy comunes.
Estas señales son altamente importantes para darte cuenta de qué es lo que te llama la atención de otr@ y de lo que estás buscando.
Tómate un tiempo, no te apures.
Cuando alguien tiene una necesidad muy grande no se da el lugar para la elección de lo mejor para sí mismo. Puedes pensar en el hambre, la sed, el sueño como necesidades. Si hace días que no duermes bien, lo más probable es que te eches en el primer sillón que encuentres y no que busques una cama cómoda con sábanas perfumadas.
Y entonces con tal de no estar en soledad te desdibujas, tus deseos y necesidades quedan en segundo plano. Toleras para no estar sola, y allí el comienzo del calvario.
Señales de alarma
- Esforzarte más de lo necesario (“Si no hago esto o aquello se irá de mi lado”)
- Justificar lo injustificable (“Me gritó porque tuvo un mal día en el trabajo”).
- Toleras desacreditaciones, falta de respeto, silencios, insultos.
- Comienzas a complacer al otro olvidándote de tí.
- Ni se te ocurre estar en desacuerdo con tu pareja.
- Respondes a las necesidades del otro sin que te lo pidan.
¿Qué hacer frente a estas señales?
Si te sientes identificada con alguna de estas situaciones sería bueno que pidieras ayuda. Seguramente aprendiste durante tu vida que no merecías algo bueno, quién sabe por qué razón…
Trabajándolo en un proceso terapéutico puedes cerrar viejas heridas que te llevan una y otra vez a vincularte con personas que no te hacen bien.
Si bien el objetivo de este artículo no es analizar el tema violencia doméstica, dado que lo psicológico es tan solo una pata de tan complejo fenómeno, de todas formas vale la aclaración:
“Nunca permitas que pongan en riesgo tu vida. Y si es el caso, denuncia.”
Algunas reflexiones sobre la pareja
Socialmente se cree en la mujer como salvadora, por medio del amor y el cuidado. Y desde ese lugar te embarcas en ayudar al otro a cambiar, pero en realidad no sabes si el otro quiere hacerlo.
Este rol adjudicado es un aprendizaje social que como todo, puede desaprenderse. Nadie cambia si su deseo no es cambiar y en este “tire y afloje” te enfermas, dado que sientes que “remas contra la corriente”.
En la elección de pareja confluyen muchos factores: lo social, la edad, modelos familiares, vínculos con las primeras figuras de amor, etc. Por lo que muchas veces se trata de un modelo que repetimos sin ni siquiera cuestionarnos, porque estamos acostumbradas o porque fue lo que nos enseñaron.
Puede que en varias ocasiones nos hayamos sentido desprotegidas y eso es lo que aprendimos como normal, por lo que es entendible que a la hora de elegir vayamos para el mismo lugar. Porque es conocido o por un impulso por mejorar ese pasado doloroso.
Quizá no hayas tenido mucho espacio desde tu niñez para soñar, porque tenías que preocuparte de cosas vitales. Quizá no te sentiste cuidada como lo necesitabas, pero créeme que si bien no puedes volver atrás, tienes todas las herramientas para cambiar tu historia. Enfréntala.