Te has propuesto cambiar? Te cuento que sí es posible gracias a la Neuroplasticidad, utilízala como aliada para cambiar.
“A esta altura no voy a cambiar”
“Yo soy así”
“Yo no voy a cambiar… soy igual a…”
¿Has escuchado esto alguna vez? Yo lo escucho todo el tiempo. Estas frases tienen en común la imposibilidad, el “es así y no hay chance”. No te lo creas, sí que puedes cambiar.
Cambiar, ¿por qué y para qué?
Hay situaciones que te demuestran que debes generar un cambio: enfermedad, separación, dificultades laborales, vinculares, casamiento, convivencia, llegada de un hijo, etapa evolutiva, etc.
Continuamente lo estás haciendo. Cambiar es movimiento, es una readaptación a circunstancias tanto externas como internas. Cambiar es aprendizaje y es saludable.
Pero ¿por qué se nos hace tan difícil si el cambio forma parte de nuestra naturaleza? Existen muchos factores que se pueden trabajar en psicoterapia, hoy vamos a centrarnos en la paradoja de la neuroplasticidad.
¿Qué es la neuroplasticidad?
Es la capacidad que traemos todos (a modo de caja de herramientas), de adaptarnos a los cambios, tanto internos como externos. El hombre desde sus inicios ha hecho uso de ella y esto le ha permitido evolucionar, la naturaleza le ha puesto pruebas y las ha sorteado. Generando cambios en pos de la supervivencia.
La contradicción o paradoja de la neuroplasticidad
Si bien está en tu naturaleza la capacidad para realizar cambios, existe una contradicción: cuanto más acostumbrado estas a afrontar de determinada forma la realidad (hábitos) se hace más difícil poder realizar cambios.
Te puedes preguntar: ¿Por qué voy a cambiar si de alguna forma he salido adelante?
Y yo te pregunto: ¿seguir de esta forma te hace bien?
Los cambios, o lo desconocido siempre nos generan miedos y conflictos internos. Es como renunciar a un proyecto de vida, es complicado, a todos nos pasa.
Estás en una zona conocida que aparentemente manejas, por lo que te genera comodidad y seguridad.
Las consecuencias de tus hábitos son lo que finalmente te apuran y te obligan a adaptarte a la nueva realidad. Es una cuestión de supervivencia.
Piensa en un camino por el que siempre pasas en el bosque… con el uso prolongado se va generando un sendero cada vez más marcado. Te resulta cómodo, fácil, conocido y sigues transitándolo. Pero tal vez hayan otros posibles caminos, menos peligrosos y más cortos, pero a pesar de ello sigues por el viejo conocido.
A nivel cerebral pasa algo similar. Ciertos “caminos” se hacen firmes y hacerte a un lado es difícil porque están muy marcados, de una forma automática “transitas” por ellos sin ni siquiera pensarlo.
Palabras tales como “zonas de confort” o “más vale malo conocido”… ¿te suenan? Va por allí el tema.
Siempre se puede cambiar. Claro que es difícil, pero no imposible.
El primer paso es identificar lo que sientes, esto es vital, qué te pasa con esta situación que quieres cambiar, qué cosas hacen que no puedas soltar. ¿Hay algún beneficio? ¿Atenta contra ti?
- Muévete, el deporte ayuda a fortalecer la plasticidad cerebral.
- Duerme la cantidad de horas necesarias y en horarios adecuados, mientras dormimos fijamos los aprendizajes.
- Vincúlate con tu entorno, no te aísles, el cerebro cambia relacionándonos con otros. Las interacciones sociales son sumamente importantes.
La humanidad lo ha hecho desde siempre, y tú eres “la humanidad”