¿Cuándo vas a un médico? Cuando sientes que algo no anda bien, podrías decirme rápidamente. O cuando te aparece algo inusual que influye en tu correcto funcionamiento, cuando te duele algo o por control.
Está bien, debe ser así, pero te diré que no difiere demasiado de las razones por las que te haría bien ir a un psicólogo.
Un psicólogo es un profesional que te ayuda a descubrirte a tí mismo trabajando con tus emociones, deseos, sufrimientos y por suerte, sin especializarse en medicina cada vez se siente más comprometido con la integralidad del ser humano.
Te ve como una compleja unidad cuerpo-mente más allá de tus sufrimientos, preocupaciones y alegrías. Como un sistema que forma parte de varios sistemas, entre ellos el social y que interacciona a su vez con otros sistemas. Como un individuo con una historia, aprendizajes, hábitos, formas de supervivencia sanas y no tan sanas. Un ser con posibilidades de cambio, plástico (adaptable) no sólo cerebralmente sino en la integralidad de su ser.
El psicólogo es una figura que va a ver desde fuera tu situación y va a acompañarte en el arduo pero maravilloso camino del reencuentro con tu esencia.
El trabajo terapeútico es grupal entre paciente y psicólogo. Se trata de ofrecerte otro punto de vista de tu historia. Que puedas pararte a pensarla, reelaborarla para entender y sanar ciertas situaciones que has vivido y que no has tenido tiempo de procesar: porque son muy dolorosas, porque tuviste que actuar y no había tiempo para sentir o por la razón que sea.
Es necesario entender que si bien “el pasado está pisado”, esto aplicaría a las vivencias que pudiste resolver. Las otras: “las que quiero olvidar”, “las que mejor ni recordar”, las que nos siguen haciendo sufrir han dejado una herida abierta con algo parecido a una cáscara.
El mantenimiento de esa cáscara (que no habla de sanación) insume un gasto de energía que ni siquiera imaginas.
Además todo nuevo sufrimiento termina yendo para allí, pasando por esa cáscara permeable generando aún más displacer.
El trabajo terapéutico quita esa cascarita, observa la herida y trata de limpiarla sacando la infección.
¿Que esto duele?
Sin dudas que puede no ser grato pero es lo que garantiza la cicatrización total.
Por medio de la puesta en palabras y de la escucha del cuerpo, generas una descarga de tensión, entiendes y elaboras la situación, empiezas a comprenderte a tí y a los demás dejando de lado el juicio. Así como también tienes la posibilidad de crear otras alternativas que no se te habían ocurrido.
En cuanto a la elección de tu terapeuta, lo mejor es que te asesores bien. Que conozcas su forma de trabajo, que te genere confianza.
Como siempre digo, también es necesario que sepas qué cosas no le competen a un psicólogo. Esa es la primera forma de cuidarte.
Es importante que sepas que como paciente vas a ir adquiriendo herramientas que trasladarás a tu vida cotidiana en diferentes situaciones, involucrándote a tí mismo en tu vida, y no solo como simple espectador.