Seguramente has escuchado estas frases: “peor es nada” o “mi media naranja”. Frases sociales que alimentan el mito, el mito de que eres incompleto. Hoy vamos a hablar de los vínculos de pareja y por qué a veces sería mejor estar solo.
Si bien esta problemática nos afecta tanto a hombres como a mujeres, en general la mujer ha sido más vulnerable a este tipo de situación. Por lo cual este artículo es dirigido a ellas aunque no quita que algún hombre pueda sentirse identificado.
Estar en pareja
Sin dudas que el estar con una buena pareja contribuye a tu salud, autoestima y por qué no a tu felicidad. Es importante entender que contribuye, pero no debería ser determinante del amor por tí mismo y de tu felicidad.
¿Qué es una buena pareja?
Podemos pensar juntos y llegar a ciertas conclusiones de cómo sería: alguien que quiera lo mejor para tí, que sea compañero, que tenga un proyecto contigo y sobre todo, que lo demuestre.
La influencia social
Socialmente se estimulan ciertos acontecimientos de la vida a determinada edad, por ejemplo casarse y tener hijos. Sin duda no estamos ajenos a eso.
En el caso de la mujer hay una limitación en la edad para ser madre, pero más allá de ello es habitual que cuando una mujer se acerca a los 30 y no tiene conformada su pareja se le pregunte e insista en la importancia de estar con alguien: “¿No te irás a quedar solterona?”.
Si las personas con las que te has vinculado no te han valorado lo suficiente, a veces es mejor estar solo.
Puede ser tu deseo conformar una familia y tener hijos. Quizás sería bueno pensar sobre las cosas que pueden haber contribuído para que esto aún no haya sucedido, pero eso no implica que por estar con alguien postergues tu bienestar.
Vínculos tóxicos
Si en este momento sucede que estás en una relación donde prima el maltrato, el desamor o la postergación, quizás sería bueno que te plantees un alto para estar contigo mismo.
Cuando esto se torna habitual en tu vida, es bueno que puedas trabajar con tu propia historia. Allí seguramente podrás encontrar las claves de por qué tropiezas con la misma piedra una y otra vez.
Cuando a los seres humanos nos sucede esto es muy probable que cierta herida del pasado no haya sido sanada, por lo tanto se hace necesario pedir ayuda.
El primer ejemplo de cuidado, amor y demostración viene de tu familia. Quizás hayas sentido dentro de ella que debías ganarte el amor y hasta dónde no, que las personas que decían amarte te podían lastimar. Tal vez tuviste que hacerte cargo de cosas que no te correspondían, porque era la forma aprendida de ganarte el amor. Quizás no te sentiste cuidada de la forma que necesitaste.
Todos los seres humanos necesitamos ser reconocidos y valorados. Cuando en nuestra historia esto no se dio porque quien estaba a nuestro cargo no pudo hacerlo, queda una necesidad insatisfecha. Crecemos con la idea de que no merecemos ciertas cosas y por lo tanto que no valemos lo suficiente.
Por suerte esto no es verdad, nadie debe ganarse nada ya que por el solo hecho de ser persona vales. Esto es solo un mal aprendizaje que trabajando contigo mismo puedes revertir. Entendiendo esta realidad desde lo racional y lo corporal, sanas tu herida y cambias esta situación.
La necesidad es como el hambre. Cuando estamos con hambre es difícil elegir la comida más sana que nos nutra y a la vez nos llene. Es importante calmar el hambre estando solo para poder elegir mejor.
Solo de esta forma puedes enfrentarte con tu historia y no buscar un sustituto que anestesie el dolor del pasado.
Porque la historia que no sana o que no cicatriza, vuelve a intentar sanar. Lo que sucede es que se busca sanar por el camino al que estás acostumbrado, el camino del desamor. Y esto por supuesto que no sana, sino todo lo contrario.
El camino siempre termina siendo el conocimiento y el amor por tí mismo. Una vez que puedas entender esto, te será más fácil vincularte con los demás desde la salud y no desde la necesidad.